Adaptarse a la Nueva Situación

El aumento de la esperanza de vida y la mejora de las condiciones en todos los sentidos han conseguido rejuvenecer a los que hoy alcanzan la edad de jubilación. Nadie identifica hoy a un jubilado de 65 años con un anciano: le queda mucho por vivir y, habitualmente, su estado de salud físico y mental está intacto.

 

 

velhice-e-aposentadoriaSegún los últimos datos del INE, la esperanza de vida en España aumentó en casi tres años entre 1992 y 2005 hasta superar los 80 años Las cifras reflejaban una disminución de las tasas de mortalidad -sobre todo entre los más mayores-. Y parece que la tendencia seguirá en el futuro.

Teniendo en cuenta que en España, la actividad laboral se prolonga hasta los 62,9 años en el caso de los hombres y hasta los 61,5 en el caso de las mujeres, unas cifras, en general, más elevadas que en otros países de la Unión Europea, la esperanza de vida se prolongará ¡durante treinta años!

Pero además, la imagen y la edad del jubilado tampoco es la misma que años atrás. Muchas personas mayores de 65 años trabajan. Médicos, actores, juristas, catedráticos de universidad e incluso los políticos –basta con echar un vistazo a los escaños del Congreso o del Senado- permanecen activos laboral y vitalmente después de alcanzar la edad oficial de jubilación. Otros, por el contrario, son apartados de la actividad laboral a edades prematuras, debido a problemas graves de salud, prejubilaciones o expedientes de regulación de empleo. La jubilación, por tanto, no tiene por qué identificarse con edad avanzada.

Una nueva generación de jubilados
En nuestro país, más de siete millones y medio de personas superan los 65 años. Representan uno de cada cuatro habitantes en muchas provincias españolas y, gracias a ellos, la sociedad española ha vivido la transformación más importante de su historia.

Vivieron una juventud autoritaria, en un entorno de escasez y austeridad, pero fueron capaces de protagonizar el mayo del 68 y ser los verdaderos artífices de la transición española. Educados en una cultura del esfuerzo y el logro profesional, han luchado por mejorar su estatus personal, con lealtad al trabajo y a la familia. Son beneficiarios de todos los progresos tecnológicos, sociales y médicos, de forma que alcanzan la jubilación con salud, fuerza y entusiasmo.

Una generación peculiar y singular que ha vivido en primera persona la evolución más importante que se ha conocido en los últimos siglos en Europa y en el mundo, y, por supuesto, en España. Los jóvenes no saben que la democracia de la que hoy disfrutan es fruto del empeño de mi generación y que la “sociedad del bienestar” no hubiera sido posible sin todos los que hoy están al borde de la jubilación.

Muchos sufrieron penurias en la infancia, ayudaron a sus padres en la juventud, compaginaron estudio y trabajo, y posteriormente se volcaron en ayudar a los hijos para que no sintieran las necesidades que ellos mismos habían tenido. Una generación esforzada, para la que la entrega ha sido una constante.

La vida para una inmensa mayoría ha sido dura y, quizás por ello, los hombres y mujeres de esta generación maduraron mucho antes de lo que lo hacen ahora los jóvenes, aprendieron a superarse, a luchar, a no desanimarse. El objetivo era estar satisfecho contigo mismo, con lo que uno se fraguaba y contribuir a que nadie volviera a pelear tanto y tan duro como lo hizo esta generación.

Transformaron un poco el mundo, tal y como soñaban en los sesenta. No tanto como hubieran querido, pero bastante más y mejor que las generaciones precedentes. Ojala las venideras puedan presumir tanto.

¿Qué hacen los jubilados hoy?
No hay tiempo para aburrirse. Una mayor dedicación a la familia absorbe las horas de los actuales jubilados. Pero también hay ratos para aprender, ayudar e, incluso, para el deporte. Una reciente encuesta realizada por el Deutsche Bank deja bien claro que los jubilados no se aburren. No tienen tempo:

• El 92,8% de los jubilados prestan una especial dedicación a su familia: Visitan a familiares (87,6%), ayudan a los hijos en tareas y gestiones (65,4%), visitan a los nietos (60,9%) o, incluso, cuidan de ellos (58,4%)

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• El 81,6% lee y aprende: por placer o por estar informado (77,3%), o estudian (32,7%).

• El 80,2% viaja. Preferentemente realizan excursiones de un día y, en cualquier caso, mayoritariamente dentro del país.

• El 66% realiza actividades culturales: Visitan museos y exposiciones (56,4%), van al teatro o al cine, a conciertos…

• El 57,4% hace deporte: caminan, practican senderismo (48%) o hacen gimnasia, yoga, natación (23,4%).

• Asumen labores sociales en una asociación vecinal, en la parroquia o realizan trabajos de voluntariado (48,5%).

Estereotipos sobre la edad
La sociedad mantiene algunas ideas que, sin embargo, no reflejan la realidad de los jubilados. ¿Cuáles son los estereotipos más frecuentes?
• “Los jubilados están enfermos y dependen de otras personas” . Nada que ver con la verdad. La mayoría de los seniors viven su jubilación de forma independiente y no necesita ayuda para sus actividades diarias, según se pone de relieve en todas las estadísticas.

• “Todos los jubilados son iguales”. En absoluto. Es un segmento de población heterogéneo, en edad y en circunstancias. ¿Sería comparable un adulto de 20 años con uno de 40? ¿Son todos iguales? ¿Mantienen todos la misma salud, los mismos intereses, la misma situación económica? ¿Por qué comparar a un adulto de 65 con uno de 85? ¿por qué habrían de ser todos iguales?

• “Los jubilados se relacionan solo con jubilados”. Las encuestas aseguran que mayoría se vuelca con la familia y, en la actualidad, constituyen un apoyo fundamental en la vida de los hijos.

• “La salud se pierde después de los 65 años”. En la mayoría de los casos, el estado de salud no se deteriora bruscamente en un momento determinado de la vida, y mucho menos por haberse jubilado Y debe ser así porque, según un estudio de la OCU, el 80 por ciento de los mayores de 65 años considera que goza de buena o muy buena salud.

• “La mayoría de las personas mayores tienen algún grado de deterioro cognitivo”. Las habilidades intelectuales pueden mermar con el tiempo, pero no tienen por qué ser un problema severo ni, normalmente, ocasionan dificultades en el día a día. Y, muchas veces, ni siquiera llegan. Todos sabemos que han existido y existen abundantes y meritorios ejemplos. Recordemos que Cervantes escribió la segunda parte del «Quijote» a los 68 años, edad que en aquel tiempo representaba mucho más que en nuestros días, y Picasso, por su parte, conservó todo su genio creador por encima de los 90 años. Otros casos de longevidad y plenitud de facultades son los tan conocidos de Konrad Adenauer, Winston Churchill, Tiziano y Ramón y Cajal, entre otros.

• “Están tristes y deprimidos”. Algunos estudios dicen que ocurre justamente lo contrario: tienen menores porcentajes de depresión diagnosticable que otros grupos de edad. El 90% de los hombres y el 92% de las mujeres dicen encontrarse anímicamente bien.

• “A partir de los 65, se vuelven difíciles de tratar”. La personalidad se mantiene relativamente consistente a lo largo del ciclo vital.

• “Afrontan mal los declives que les esperan con el envejecimiento”. La mayoría se ajusta con éxito a los desafíos vitales.

Fonte: Acesse Aqui

 

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